viernes, octubre 24, 2008

PARQUE RIBALTA.





Forma parte de mi vida desde que tengo uso de razón. Tengo recuerdos de mi infancia corriendo entre las hojas secas bajo los árboles. Recuerdo, en la parte central del parque un kiosko y junto a él había una foca azul donde me encantaba subir. Mi padre metía una peseta y aquella foca se encargaba de darme vueltas y vueltas... había un recinto cerrado lleno de columpios. Recuerdo una torre amarilla con una mini-escalerita para subir, una vez arriba, los niños nos tirábamos abrazados a un tubo por el que nos dejábamos resbalar. Uno de los columpios era un balancín doble que subía muy alto, o eso me parecía a mí, que era muy pequeña por aquel entonces. Junto a la puerta del parque infantil un señor vendía regaliz de palo y comida para las palomas, era muy mayor y siempre me regalaba una sonrisa, a veces alguna chuche. El estanque también aviva mis recuerdos. Los patos, peces y palomas se comían el pan duro que sobraba en casa y a los críos nos chiflaba ir a darles de comer. Había dentro del estanque una barquita azul, me quedé con ganas de subir, claro que no había barquero para pasearme. Estaba la Panderola, desprotegida, a la intemperie, terminó siendo retirada porque se convirtió en basurero con el paso del tiempo. La vieja estación tan cerca, en la Plaza España. El Templete de la música donde solía subir a taconear en su suelo de madera. Los bancos de azulejos de mil colores,las excursiones para participar en el premio Capla...
Particularmente tenía mis rincones preferidos. Uno era el estanque de los deseos, junto a la Pérgola, siempre pensé que ese rincón lo descubrí yo, de ilusión también se vive. Otro lugar predilecto era el árbol de los enamorados,(en las fotos es el árbol donde se apoya mi bici). Nunca supe si lo bauticé yo o realmente se llama así. Este parque ha sido uno de los escenarios de mi vida. Recuerdo el parque de educación vial donde pasábamos todos los niños de Castellón la revisión de los ojos y donde un policía nos pegaba un rapapolvo si nos saltábamos un ceda el paso con la bici. Recuerdo un primer beso junto al estanque, dije que era una señal porque justo en ese momento pasó un tren. Recuerdo mis largas horas de entrenamiento dando vueltas y vueltas mientras cronometraba el tiempo. Recuerdo algún amanecer, los árboles dejando pasar la luz del sol entre sus ramas. Hasta el día de mi boda estuvo presente el parque, como el mejor de los escenarios. Siempre me ha parecido un sitio especial, con misterio, quizás porque fue un cementerio, el del Calvario, y siguen allí enterrados los muertos. Quizás por sus laberintos de árboles exóticos y centenarios. Quizás porque no hay otro pulmón como este en Castellón. El caso es que entendiendo que en mi cajón de recuerdos es fácil encontrar fotos de momentos vividos en este sitio, entendereis que apoyo cualquier iniciativa destinada a la protección del parque.

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